Movimientos feministas en Chile: ¡Democracia en el país y en la casa!
La lucha por los derechos humanos en Sudamérica estuvo encabezada principalmente por madres, hijas, hermanas y compañeras de desaparecidos y presos políticos.
El 23 de diciembre de 1983 quedó marcado por un importante acontecimiento: más de 10,000 mujeres se congregaron bajo el lema „Hoy y no mañana, ¡Por la Vida!“ en un significativo acto que tuvo lugar en el teatro Caupolicán. Este evento tuvo como objetivo manifestar la firme oposición de miles de mujeres a la dictadura civil-militar liderada por Pinochet. En esa ocasión, las mujeres cristalizaron su estrecho vínculo con la lucha por los derechos humanos y su papel fundamental en la búsqueda de la recuperación democrática. Fue un momento histórico que resalta la valiosa contribución y la participación activa de las mujeres en la lucha antiautoritaria contra el régimen dictatorial.
La lucha por los derechos humanos en el Cono Sur fue levantada principalmente por madres, hijas, hermanas y compañeras de personas detenidas desaparecidas y presas políticas que salieron a ocupar el espacio público desde la afectación y desesperación constatando que lo personal es político.
En aquellos momentos críticos de la lucha, las mujeres demostraron uno de los mayores potenciales revolucionarios: la capacidad de politizar a la sociedad en tiempos contrarrevolucionarios. En un contexto de terrorismo de Estado, donde la actividad política estaba siendo perseguida, reprimida y confinada a la clandestinidad, tanto en Chile como en Argentina, fueron las mujeres quienes tomaron la valiente decisión de salir a las calles. Su motivación inicial era encontrar a sus familiares y compañeros/as desaparecidos/as, pero su movilización no tardó en revelar una poderosa fuerza que iba más allá, esto es, recuperar la democracia y acabar con la dictadura civil-militar.
Segunda ola del movimiento feminista chileno
Este texto es parte del dosier que se publicó el 8 de septiembre de 2023 en el periódico taz en motivo de los 50 años del golpe militar en Chile. Apoyado por Estados Unidos, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 puso abruptamente fin al gobierno democráticamente elegido del socialista Salvador Allende. Más de 3.000 personas perdieron la vida durante la dictadura que siguió (1973-1990). Muchas más fueron encarceladas, torturadas y obligadas a exiliarse. La Fundación taz Panter, junto con la Fundación Rosa Luxemburg y con el apoyo de la Fundación Umverteilen, conmemora 50 años después los acontecimientos de entonces y, al mismo tiempo, se pregunta, cómo influyen los hechos de hace 50 años en el día a día en el Chile actual. Estos y otros textos, los encuentran también aquí en alemán.
Paralelamente a este proceso, a inicios de los 80, se empieza a rearticular la segunda ola del movimiento feminista chileno con el propósito de transformar la situación de la mujer en un problema social legítimo a nivel político, paliar la crisis económica producto de las reformas neoliberales impuestas por el régimen militar y cuestionar el autoritarismo presente en la sociedad dictatorial y en la familia. A través de coordinadoras, como el MEMCH 83, las mujeres se organizaron para articular movilizaciones feministas que se desplegaban en jornadas, actos masivos, elaboración de manifiestos, así como en protestas, en las que se integraron como una fuerza autónoma dentro de la movilización social contra la dictadura.
De este modo, en este contexto, se entrelaza la lucha de las mujeres feministas con la lucha de las mujeres en derechos humanos. La síntesis de este cruce que se puede evidenciar en el acto en el teatro Caupolicán, donde queda de manifiesto en la consigna agitada por esos días: “Democracia en el país y en la casa“. Asimismo, este vínculo da cuenta de cómo el feminismo chileno tiene en su seno la lucha contra las estructuras autoritarias desplegadas en la sociedad. El feminismo chileno tiene una matriz antifascista que es necesaria retomar.
Hoy, a 50 años del Golpe Civil-Militar, desde la Coordinadora Feminista 8M nos sentimos herederas de aquellas luchas, pues comprendemos que el feminismo no se agota solamente en la incorporación de la perspectiva de género bajo el actual régimen del capitalismo neoliberal, sino también es una lucha que se alza como una defensa firme contra las manifestaciones de autoritarismo tanto en el país como en la casa.
Consideramos que, en este contexto de avance de la ultra derecha, son fundamentales los ejercicios de memoria feminista, pues nos permite salir del presente -que aparece sin horizontes de sentido y con futuros clausurados- y recuperar aquellas luchas y proyectos inconclusos para reactualizar nuestras fuerzas y deseos. En este sentido, nuestras memorias aparecen como fábricas de utopías, nuevos imaginarios, nuevos ideas y esperanzas para recuperar nuestro presente y retomar nuestra iniciativa de lucha por un futuro mejor.
De este modo, nuestras memorias como mujeres latinoamericanas son disruptivas, pues pretenden seguir politizando a la sociedad en tiempos actuales de emergencia de giros autoritarios y de la ultraderecha. A 50 años del Golpe, como Coordinadora Feminista 8M, pretendemos recuperar las luchas y resistencias que desplegaron miles de mujeres y feministas en el pasado, pues estas batallas, lejos de desvanecerse, se encuentran más vigentes que nunca. Para nosotras, reconocer y evocar la historia es un poderoso proceso de transformación, pues nos permite comprender que nuestras luchas no están aisladas en el tiempo, y que las herencias del sistema dictatorial y patriarcal del ayer, son causas de las violencias que vivimos en el hoy. Para nosotras, la memoria es la fuerza del presente.
Este artículo también se publicó en alemán.
Elisa Franco, Camila Olmos y Sofía Rodríguez son voceras de la Coordinadora Feminista 8M.
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