50 años del Golpe de Estado en Chile: ¡Chile Sí, Junta No!

Para los izquierdistas de todo el mundo, Chile fue central en verano de 1974: el 11 de septiembre de 1973, el ejército dirigido por Pinochet derrocaron al gobierno de Allende.

Salvador Gossens Allende (m.) camino de las urnas en Santiago de Chile el 4 de septiembre de 1970 Foto: UPI/picture alliance

En el verano de 1974 me mudé a un apartamento en el barrio de Moabit en Berlín Occidental, huyendo de la Bundeswehr (las Fuerzas Armadas Federales de Alemania). Los dos camaradas que lo habían alquilado los conocía de un grupo de estudiantes antiautoritario. Se habían ido a Grecia y en la cocina habían dejado dos grandes bolsas de papel marrón llenas de polvo blanco.

Bajo la condición de guardar el secreto me enteré de que los dos habían planeado construir cohetes y dispararlos desde el Teufelsberg al Estadio Olímpico. Desde allí los cohetes arrojarían volantes sobre el público; llamamientos contra la dictadura militar en Chile durante el partido de la Copa Mundial de Fútbol entre Chile y Alemania Occidental. Del polvo blanco en la cocina debía ser mezclado un combustible de cohete pero las dudas prevalecían sobre el riesgo de herir a un aficionado al fútbol con los cohetes.

El 14 de junio de 1974, en el Estadio Olímpico, cientos de izquierdistas ondeaban pancartas que decían „¡Chile Sí! ¡Junta No!“ y „¡Muerte al fascismo en Chile!“. Los dos camaradas lograron correr hasta el césped junto con algunos otros espontáneos y una gran pancarta. No se utilizaron los productos químicos en la cocina.

Un país socialista democrático

No solo en Berlín, sino también para la izquierda en todo el mundo, Chile fue el tema central en el verano de 1974: El 11 de septiembre de 1973, militares liderados por el General August Pinochet derrocaron al gobierno socialista del Presidente Salvador Allende. Él no había intentado convertir Chile en un país socialista utilizando armas y violencia, como lo había hecho Fidel Castro en Cuba, sino de manera completamente democrática.

Este texto es parte del dosier que se publicó el 8 de septiembre de 2023 en el periódico taz en motivo de los 50 años del golpe militar en Chile. Apoyado por Estados Unidos, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 puso abruptamente fin al gobierno democráticamente elegido del socialista Salvador Allende. Más de 3.000 personas perdieron la vida durante la dictadura que siguió (1973-1990). Muchas más fueron encarceladas, torturadas y obligadas a exiliarse. La Fundación taz Panter, junto con la Fundación Rosa Luxemburg y con el apoyo de la Fundación Umverteilen, conmemora 50 años después los acontecimientos de entonces y, al mismo tiempo, se pregunta, cómo influyen los hechos de hace 50 años en el día a día en el Chile actual. Estos y otros textos, los encuentran también aquí en alemán.

Pero el Doctor Allende había hecho sus cálculos sin tener en cuenta el gobierno de los Estados Unidos. Desde el año 1963 la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos había estado financiando medios de comunicación de derecha en Chile y asesorándolos con noticias falsas en campañas de desestabilización contra la izquierda. Poco antes de la elección de Allende como presidente en el otoño de 1970, oficiales armados por la CIA habían asesinado al jefe del ejército leal.

Henry Kissinger, quien nació en Fürth, era en ese momento el consejero de seguridad del presidente estadounidense Richard Nixon. Ya había convencido a su jefe tres años antes de que sería una „amenaza seria para nuestros intereses y nuestra posición en el hemisferio“ si Allende pudiera consolidar su poder. Los hombres en la Casa Blanca consideraban Latinoamérica como su patio trasero.

Henry Kissinger, quien es celebrado como un gran hombre de Estado en el Occidente Libre precisamente en su centenario, es un criminal de guerra impecable. Ordenó junto con el presidente Nixon en 1969 el bombardeo secreto y contrario al derecho internacional de Camboya neutral en la Guerra de Indochina, principalmente con bombas de racimo que actualmente están siendo suministradas por los Estados Unidos a Ucrania aunque la convención para su prohibición ha sido ratificada por 111 países.

Marcha de la Paz 73 del movimiento pacifista el 15 de septiembre de 1973 en Dortmund: Fin de todas las armas nucleares y solidaridad con Chile Foto: Klaus Rose/imago

Kissinger justificó la intervención estadounidense de la siguiente manera: „No veo por qué deberíamos quedarnos mirando pasivamente mientras un país se vuelve comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo.“ La derecha en Alemania Occidental compartía una perspectiva similar. Mientras decenas de miles de izquierdistas chilenos estaban internados en el Estadio Nacional de Santiago, el líder de la CSU (Partido de la Unión Cristiano-Social de Alemania), Franz-Josef Strauß, declaró: „Ante el caos que imperaba en Chile, la palabra „orden“ de repente adquiere un matiz dulce para los chilenos.“

La CIA llevaba financiando medios de comunicación de derechas en Chile desde 1963

Por el contrario, el golpe militar fue impactante para aquellos que habían comenzado a luchar por un mundo más justo en las décadas de 1960 y 1970, así como para los cuadros en los países socialistas liderados por la Unión Soviética. Demostró que el liderazgo, con el fin de preservar el capitalismo, estaría dispuesto a detener a un pueblo que busca establecer una sociedad socialista de manera pacífica y democrática, incluso mediante el uso de la fuerza armada si es necesario, y esto con el respaldo de la potencia líder del Occidente Libre y sus servicios de inteligencia.

El golpe se convirtió en un trauma para la izquierda. Pinochet y su junta ordenaron el asesinato de más de 3.000 opositores después de tomar el poder. La izquierda internacional sacó diferentes conclusiones del desastre chileno. Los comunistas al estilo de Moscú se aferraban a la posibilidad de un camino pacífico hacia el socialismo, mientras que los ultraizquierdistas consideraban el desarrollo chileno como una prueba de que el capitalismo solo podía ser superado exitosamente con el uso de la fuerza armada.

Chile como experimento de economistas estadounidenses

Algo que agravó la situación fue que Chile se convirtió rápidamente en un campo de experimentación para un grupo radical de economistas estadounidenses, los monetaristas, conocidos más tarde como neoliberales. Desde 1956 existía un programa de intercambio para estudiantes de economía de Chicago y Santiago de Chile, financiado en su mayoría por la Fundación Ford en cuyo marco los chilenos llegaron a conocer y apreciar el radicalismo de mercado de los Chicago Boys.

En abril de 1975 el economista estadounidense Milton Friedman convenció a Pinochet de la necesidad de una terapia de choque neoliberal en Chile que implicaba amplias privatizaciones. El economista estadounidense comenzó a trabajar desde entonces como asesor económico de la junta militar, algunos años antes de que Margaret Thatcher y Ronald Reagan impulsaran el éxito de las ciencias económicas antisociales en todo el mundo.

La RDA acogió a aproximadamente dos mil refugiados de Chile después del golpe, principalmente camaradas del Partido Comunista. Otros izquierdistas chilenos intentaron ser aceptados como refugiados políticos y obtener asilo en la República Federal. En los apartamentos compartidos en Berlín Occidental, era bien visto hospedar a refugiados chilenos. Sin embargo, no fue tan fácil ya que la política en Alemania Occidental estaba divida entre críticos y defensores de la dictadura chilena. Por lo tanto, los camaradas que protestaron contra la junta durante el partido de fútbol entre Chile y la RFA en junio de 1974 también llevaron una pancarta que exigía: „¡Residencia para todos los refugiados de Chile!“

El autor y exdirector de taz forma parte del patronato de la Fundación taz Panter.

Traducción del alemán de Piet Aaron Fenske

Einmal zahlen
.

Fehler auf taz.de entdeckt?

Wir freuen uns über eine Mail an fehlerhinweis@taz.de!

Inhaltliches Feedback?

Gerne als Leser*innenkommentar unter dem Text auf taz.de oder über das Kontaktformular.

Bitte registrieren Sie sich und halten Sie sich an unsere Netiquette.

Haben Sie Probleme beim Kommentieren oder Registrieren?

Dann mailen Sie uns bitte an kommune@taz.de.