Annäherungen zwischen Kuba und USA: Mein Obama-Besuch

Für die Kubaner war der Obama-Besuch gute Unterhaltung und ein Versprechen auf die Zukunft. Mehr nicht. Weniger aber auch nicht.

Ein Mann mit einer kubanischen und einer US-Fahne fährt auf einem Hochrad durch Havanna.

Der Obama-Besuch im März war ein Event. Und sonst noch? Foto: reuters

Für die spanische Originalversion bitte herunterscrollen! Si desea, puede consultar la versión original en español a continuación de esta traducción al alemán.

Drei Monate nach dem Besuch des US-Präsidenten in Kuba ist den meisten Kubanern vor allem sein Auftritt in der populärsten Comedy-Show des kubanischen Fernsehens in Erinnerung. Die Leute erinnern sich auch daran, dass dieser erste US-Regierungschef, der seit 90 Jahren die Insel besuchte, typische Sätze auf spanisch sagte, dass er Domino spielte und in der Öffentlichkeit seine Frau streichelte, als sie die Gangway hinaufstiegen.

Für die Leute erschien Obama wie der charismatische Held einer Reality-Show. In seiner Rede an das Volk brachte er Sätze von José Martí unter, und viele dachten, er würde improvisieren, als er in Wirklichkeit von einem für das Publikum nicht sichtbaren Teleprompter ablas. Nicht einmal die hochideologischen Kommentare nach seiner Abreise, die ihn entmystifizieren sollten, konnten den Eindruck trüben, den hier jemand hinterlassen hatte, der die Situation vollkommen im Griff hatte.

Mir hingegen dient Obamas Besuch als ein Vorwand, um mal auf uns selbst zu schauen, den Blick von dem Event selbst weg und auf unsere Phobien als Land, unsere Schwächen als Gesellschaft zu schauen. Ich möchte anhand der Ereignisse vom 20. bis 22. März über ein paar Sachen nachdenken.

Dieser Text erschien in gekürzter Fassung am 15. Juli 2016 in der Sonderbeilage (PDF) zum zweiten taz Panter Workshop mit kubanischen Journalisten.

Este articulo se publicó en una versión cortada el día 15 de Julio 2016 como parte de un suplemento especial (PDF) en occasión del segundo taller de la fundación taz Panter con periodistas cubanos.

Zum Beispiel über die Medienpolitik in einem vollkommen veränderten Szenario. Über die Verwandlung beider Regierungen von Feinden zu Freunden. Was hat sich wirklich verändert? Wann haben sich der Lärm und die Wut eigentlich gelegt? Ich will nachdenken über Sensationalismus und Propaganda.

Obamas Auftritt in Kuba war eine Lektion in Politik-Marketing, die unsere eigenen Führungsleute wie Wickelkinder aussehen ließ, die im eigenen Land aus ihrer Wohlfühlblase gezerrt wurden. Ich kann mich nicht erinnern, je etwas über die kulinarischen Vorlieben oder das Nachtleben einer unserer Führungsleute und seiner Familie erfahren zu haben, oder ob sie auf einer Reise von ihrer Schwiegermutter begleitet wurden. Wie man das verkauft, ist auch eine Art, Politik zu machen.

Lidia Hernández, 25, hat Journalismus studiert und lebt in Havanna. Sie arbeitet in der Redaktion des US-kubanischen Magazins OnCuba.

Lidia Hernández, de 25 años, estudió periodismo y vive en la Habana. Trabaja como editora en la redacción de OnCuba.

Ich kann mich auch nicht an eine so desolate Stadt wie Havanna in jenen Tagen erinnern, auch nicht an so viele verdeckte Polizisten in den Straßen.

Schade, dass im letzten Moment die Live-Berichterstattung in Radio und Fernsehen gestrichen wurde. Es gab sogar schon eine extra entwickelte Technologie für die Übertragung aufs Handy.

Es war fast tragikomisch, die Anweisungen an die Medien mitzubekommen, nicht zu apologetisch zu berichten: wenn wir bis vor kurzem noch Gegner waren, dann sollten die Berichte jetzt nicht zu lobend ausfallen, und es sollten auch keine Fähnchen geschwenkt werden.

Wer besseres Internet will, wird noch warten müssen

Was hat sich nun mit dem Besuch tatsächlich im täglichen Leben der Kubaner verändert? Viel und nichts. Für den Normalbürger war das gute Unterhaltung, mit Hoffnungen und Versprechungen für die Zukunft. An seiner Lage aber hat sich nichts geändert.

Aber es gibt ein paar Dinge, die heute gar nicht für große Aufregung sorgen, aber trotzdem Weichen für die Zukunft stellen. Es wäre zum Beispiel übertrieben pessimistisch, nicht zu sehen, was für wöchentliche Schlagzeilen die US-kubanischen Beziehungen heute produzieren: ständig neue Abkommen und Übereinkünfte, von Sport über Landwirtschaft zu Medizin und Biotechnologie bis zu direkten Postsendungen. Darüberhinaus gibt es ständig Berichte über den Fortgang der Gespräche, die hinter verschlossenen Türen geführt werden.

Wer besseres Internet will, einen besseren öffentlichen Nahverkehr, wer anderen Parteien als der kommunistischen beitreten oder einfach mehr US-Gerichte auf den Tisch bekommen will, wird noch warten müssen, wie dieses politische, wirtschaftliche und soziale Schachspiel ausgeht.

Aber unterdessen haben wir, kurz nach Obamas Abreise, mit den 70jährigen Rolling Stones Satisfaction getanzt, haben ein Stück Havannas für eine Modenschau von Chanel hergegeben und diskutieren im Nachhinein die Grundsatzdokumente des 7. Parteitags, die über unsere Zukunft in den nächsten 20 Jahren entscheiden sollen. Ohne Eile, aber ohne Unterlass.

***

Versión original:

Mi visita de Obama

Tres meses después de que llegara a Cuba el presidente estadounidense Barack Obama, el recuerdo más vívido para muchos cubanos es aún la aparición que este hiciera en el show humorístico más seguido en la televisión nacional. La gente también recuerda que el primer gobernante norteamericano que viajó a la Isla en casi 90 años lanzó un saludo cubanizado, dijo frases típicas en español, jugó domino, y acarició en público a su esposa en la escalerilla del avión.

Obama para la gente lució como el carismático héroe de un reality show. Colocó frases de José Martí en el discurso al pueblo, y muchos llegaron a pensar que improvisaba, cuando en realidad leía del teleprompter, invisible para el auditorio. Ni siquiera los discursos ideologizantes para desmitificarle, después de que se fuera, logran opacar a quien en todo momento demostró dominio total del terreno.

Sin embargo, me atrae más la visita de Obama como pretexto para mirarnos a nosotros mismos, apartando la mirada del evento principal, y para “leer“ a partir de ahí nuestras fobias como país, nuestras debilidades como sociedad. De lo que vivimos en Cuba del 20 al 22 de marzo pasados, me inquieta pensar en ideas como estas: el manejo de la política editorial de los medios en un contexto nuevo por completo; el tránsito de enemigos a amigos entre los dos gobiernos; qué cambió en definitiva, cuando se aplacaron el ruido y la furia, el sensacionalismo y la propaganda.

El despliegue obamístico fue una lección de marketing político, que hizo lucir a nuestros dirigentes en pañales, fuera de su zona de confort aún en su propio escenario. No recuerdo haber sabido en mi vida sobre los gustos culinarios de un dirigente en mi país, de sus actividades nocturnas junto a su familia, o si viajan junto a su suegra alguna vez. Y cómo se manipula eso también es una forma de hacer política.

Tampoco tengo memoria de una ciudad tan desolada como en aquellos días, ni de tantos policías encubiertos en las calles.

Lástima que cancelaran a última hora la cobertura por televisión y radio, pues se habría estrenado tecnología móvil para transmitir en tiempo real por Internet, con teléfonos móviles.

Fue trágico-cómico conocer sobre instrucciones de directivos de medios a sus periodistas, advirtiendo moderar el discurso apologético hacia los americanos. Si hasta poco tiempo antes éramos oponentes, no era aquel el momento para para lanzar demasiados elogios, ni bienvenidas con banderitas.

Ahora, ¿cómo se manifiesta en hechos la trascendencia de la visita, para la vida diaria de los cubanos? ¿Qué ha cambiado?

Yo digo que mucho, y digo que nada. Para el ciudadano común, no ha sido más que entretenimiento, que deja más expectativas y promesas de futuro, que evidencias de movimiento real hacia otro estado de cosas.

Ocurren, no obstante, hechos que si bien ahora no se hacen notar demasiado, sentarán nuevas bases a largo plazo. Sería demasiado pesimista minimizar por ejemplo, que las relaciones Cuba- USA acaparan al menos un titular a la semana: nuevos acuerdos, tratos comerciales, diálogos en casi todos los temas (deporte, agricultura, medicina, correo postal directo, biotecnología). Además, con frecuencia se hacen públicas conversaciones que transcurren a puertas cerradas.

El arribo de estadounidenses a la Isla ha aumentado en un 100 por ciento este año, según cifras del Ministerio de Turismo. El anuncio más reciente fue sobre vuelos directos operados por compañías americanas. Se espera que en un futuro se autoricen hasta 20 vuelos diarios.

Quien quiera más Internet, mejor transporte público, militar en partidos políticos alternativos al Comunista, o simplemente más comida norteña en su mesa, tendrá que esperar, mientras se reacomoda el ajedrez político, económico y social de Cuba.

Mientras tanto, después que Obama regresó a la Casa Blanca, bailamos Satisfaction con los septuagenarios Rolling Stones, cedimos un pedazo de espacio público en La Habana vieja para el desfile de Chanel, debatimos a posteriori los documentos programáticos del 7mo congreso del Partido, que decidirán nuestro futuro en los próximos 20 años. Sin prisa, pero sin pausa.

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